lunes, 18 de septiembre de 2017

Resumen del capítulo 2 Historia del concepto de desarrollo sustentable

Resumen del capítulo 2
Historia del concepto de desarrollo sustentable

        Historia del concepto del desarrollo sustentable
a)    La corriente ecologista conservacionista o sustentabilidad fuerte, que tiene raí- ces en el conservacionismo naturalista del siglo XIX, y en las ideas egocentristas de Leopoldo (1949) de promover una “estética de la conservación” y una “ética de la Tierra” o “bioética”.2 Contemporáneamente, tiene una importante referencia filosófico-política en la ecología profunda, cuya formulación principal la hizo Arne Naess (1973).
b)    b) El ambientalismo moderado o sustentabilidad débil, que es antropocéntrico y desarrollista, pero acepta la existencia de ciertos límites que impone la naturaleza a la economía, lo que la separa del optimismo tecnocrático cornucopiano expresado por la economía neoclásica tradicional.3
c)    c) En tercer lugar, la corriente humanista crítica, alternativa a las anteriores, que con raíces en las ideas y movimientos anarquistas y socialistas, se coloca del lado de los países y sectores pobres y subordinados.
La subcorriente anarquista pertenece a la tradición comunitaria de esta ideología, siendo la heredera más clara de las ideas setentistas del eco desarrollo. Tiene por base las elaboraciones teóricas de la llamada ecología social (Bookchin, 1992 y 1994) y, en menor medida, la economía ecológica, con la que comparte la referencia en la ecología y las críticas a las concepciones económicas dominantes, pero no comparte la tesis de los límites físicos absolutos, ni que la solución se centre en detener el crecimiento.

           Antecedentes del ambientalismo contemporáneo.

Antecedentes del ambientalismo contemporáneo El ambientalismo contemporáneo tiene raíces en diferentes tradiciones del pensamiento surgidas en el siglo XIX. A grandes rasgos, las raíces están en la crítica naturalista a la destrucción infringida a la naturaleza por la Revolución Industrial, y en la crítica social levantada contra los efectos sociales negativos de la industria HISTORIA DEL CONCEPTO DE DESARROLLO SUSTENTABLE 29 Cap. 02 Sustentabilidad• 22/06/06 10:43 AM Page 29 lización y la colonización, impregnada por la idea de la necesidad de una profunda transformación social (Deléage, 2000: 34).

En el siglo XIX, las clases aristocráticas europeas eran portadoras de ideas románticas, nostálgicas de la vida rural y de un supuesto estado natural primigenio, impulsando la creación de reservas naturales, con fines esteticistas de defensa de paisajes amenazados por la industrialización, 7 y la preservación de cotos de caza y espacios turísticos. No se trataba, pues, de un propósito propiamente ambientalista. Mientras, en Estados Unidos, a diferencia del caso europeo, los conservacionistas estaban preocupados por la explotación forestal excesiva, una vez que a finales de ese siglo la mayor parte del territorio del país estaba ya apropiada de manera privada. La mayor parte de los que se nucleaban en esta causa eran personas de clase media y alta, miembros de grupos excursionistas, preocupados por la rápida pérdida de terrenos públicos, y la destrucción de los bosques y otras zonas, que amenazaban los hábitat naturales remanentes.

Inglaterra y Estados Unidos fueron pioneros en la creación de asociaciones y leyes en defensa de la naturaleza, 8 ejemplo seguido después por Francia, Alemania y España. En Estados Unidos es donde surge la idea de preservar grandes espacios en su estado original, como paisajes y “santuarios” para la vida animal y vegetal, dejando fuera la presencia humana. En 1864 el gobierno cede, con ese fin, el valle del Yosemite y el Mariposa Grove, en California; y en 1872, se crea el primer parque nacional del país y del mundo, el de Yellowstone. También en Estados Unidos se fundan las asociaciones conservacionistas el Sierra Club9 (1892) y la Audubon Society (1905). En 1916, se aprueba el National Park Service Act, ley que regula el manejo de los recursos naturales. En los años treinta del siglo XX surgió también allí un movimiento importante como reacción frente a los graves procesos de erosión que la agricultura estaba incentivando en el Medio Oeste, creándose, en 1935, el Servicio de Conservación de Tierras (Riechmann y Fernández, 1994: 106-109).

También a finales del siglo XIX surgieron las primeras ideas de crear una coordinación internacional para la protección de la naturaleza, destacándose la propuesta realizada en el VIII Congreso Internacional de Zoología (Basilea, 1910). Pero esta iniciativa fue frustrada por la Primera Guerra Mundial, y es recién en 1923 que reaparece esta voluntad en el I Congreso Internacional para la Protección de la Naturaleza, realizado en París. En 1928 se logró un acuerdo de los países europeos para crear, a partir de 1934, la Oficina Internacional de Protección de la Naturaleza, con sede en Bruselas.

Entre esas corrientes antecesoras y el ambientalismo contemporáneo median cambios económico-sociales y ecológicos que hacen a una situación cualitativa nueva. El capitalismo del carbón y de la máquina de vapor tenía efectos ambientales negativos, pero de alcance local, y la población mundial era cinco veces inferior a la actual (en 1800 había 1,000 millones de habitantes, frente a los 6,000 millones actuales). La transformación del capitalismo que tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XX, con el pasaje a la producción y consumo en masa basados en el taylorismo-fordismo, y en el uso del petróleo y la electricidad como fuentes energéticas, supuso un cambio radical en el uso de los recursos naturales y sus efectos. En este marco, un momento clave fue 1945, en dos sentidos: en primer lugar, por la explosión de las primeras bombas atómicas que supusieron una amenaza planetaria inédita generada por la propia humanidad; y en segundo lugar, porque fue el comienzo de un desarrollo económico también inédito, basado en la generalización del taylorismo-fordismo, que se extendió sin problemas hasta finales de los sesenta.


La alarma inicial sobre la crisis ambiental actual
La introducción de la crisis ambiental en la arena política tuvo lugar a finales de los sesenta, principios de los setenta pasados. Fue impulsada por la producción de una serie de informes científicos, y tuvo una instancia decisiva en la Conferencia sobre el Medio Humano, de la ONU, realizada en Estocolmo (Suecia, 1972), en torno a la cual se plantearon diferentes formas de entender y asumir el problema por parte de los países desarrollados y los países en desarrollo.


RECUADRO 1 INFORMES CIENTÍFICOS QUE PRESENTAN LA ALARMA AMBIENTAL INICIAL
• En 1949, Farfield Osborn, presidente de la Sociedad Zoológica de Nueva York, en su obra Le planete au pillage, anunciaba la inmensidad del riesgo creado por la misma humanidad. • En 1962, Silent Spring, el libro de la norteamericana Rachel Carson que denunciaba el efecto de los agroquímicos en la extinción de las aves, selló la alianza entre el movimiento ambiental naciente y los científicos radicales como Barry Commoner. • En 1966, Barry Commoner, destacado biólogo norteamericano, activista antinuclear y uno de los artífices del ecologismo fundamentado científicamente, lanzó la “ciencia crítica” en Science and Survival, obra en la que llamaba la atención sobre los riesgos del complejo tecno científico y denunciaba lo que entendía como orientación biocida de la civilización industrial. • En el mismo año, el economista Kenneth E. Boulding publica su tesis anti crecimiento en el artículo “The economics for the Coming Spaceship Earth”, donde propone sustituir la economía actual de cow boy por una economía de recinto cerrado, adecuada al “Navío espacial Tierra” que dispone de recursos limitados, y de espacios finitos para la contaminación y el vertido de desechos. • También en 1966, se publicó Nous allons tous a la famine de René Dumont. • En 1968 Paul Ehrlich publica The population bomb, obra fundamental para la vertiente neomalthusiana del ambientalismo contemporáneo. • En 1969, el informe Resources and Man, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos llamaba dramáticamente la atención sobre el agotamiento de los recursos y la explosión demográfica. • En 1970, Paul y Anne Ehrlich publican Population, Resources and Environment, que insiste en plantear el crecimiento demográfico como clave de la crisis ambiental. • En 1971, Barry Commoner publica The Closing Circle que plantea los efectos de la industrialización y la tecnología en la crisis ambiental y la calidad de vida humana. • En el mismo año, Jean Dorst publica Avant que Nature meure. • En 1972 René Dubos y Barbara Ward, publican Only one Earth. • También en ese año, E. Goldsmith, R. Allen, M. Allaby, J. Davoll y S. Lawrence publican El manifiesto para la supervivencia, que recibió 37 adhesiones de conocidos biólogos, zoólogos, bacteriólogos, geógrafos, genetistas y economistas del Reino Unido, incluyendo dos premios Nobel. Presenta un amplio conjunto de pruebas concatenadas sobre los graves problemas ecológicos y concluye que el mundo no puede hacer frente al incremento continuo de la demanda ecológica. • En ese mismo año se publica el Primer Informe al Club de Roma, elaborado por un equipo de científicos del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT, Estados Unidos) dirigido por Dennis Meadows, llamado The Limits to Growth, que sustenta la propuesta del crecimiento cero y es considerado el documento más influyente para establecer la alarma ambiental contemporánea. • En 1973, René Dumont publica L’utopie ou la mort. Fuente: Elaboración propia con base en Tamames (1977: 85-119); Riechmann y Fernández (1994: 113); y Deléage (2000: 34-35).


           El movimiento ambientalista
 La expansión del movimiento ambientalista fue muy fuerte. Los primeros grupos ecologistas surgieron en Estados Unidos a finales de los sesenta. En esos años se destaca la formación de organizaciones “contestatarias” como Friends of the Earth11 y Greenpeace,12 que son hasta ahora muy activas. Es importante señalar que Friends of the Earth fue creada en 1969, a partir de la escisión de una parte del Sierra Club norteamericano, debida a la negativa de la mayoría de éste a estar decididamente en contra de las centrales nucleares. Ese hecho fue significativo, pues de ahí en adelante la posición respecto a las mismas fue el elemento de distinción entre el viejo conservacionismo y el nuevo ambientalismo (Riechmann y Fernández, 1994: 113-114).
La respuesta de la ONU y las posiciones de los países desarrollados y en desarrollo en torno a la Conferencia de Estocolmo (1972) La primera conferencia de la ONU sobre problemas ambientales se celebró en Lake Success (Nueva York), en 1949, pero tuvo muy poca repercusión porque, por entonces, la atención estaba centrada en la reconstrucción de posguerra, el suministro de alimentos, y el inicio de la Guerra Fría que enfrentaba los potenciales bélicos del “bloque capitalista”, liderado por Estados Unidos, y del “bloque socialista”, liderado por la Unión Soviética. Entre 1949 y 1972, los temas ecológicos fueron trabajados por la UNESCO, 13 que auspició un programa de estudios interdisciplinarios sobre las consecuencias de las actividades humanas en el medio, que culminó en la Conferencia Internacional de la Biosfera, celebrada en París, en 1968, a la que asistieron representantes de 60 países.

Toda la literatura reconoce la Conferencia Mundial sobre el Medio Humano, que tuvo lugar en Estocolmo (Suecia) en junio de 1972, con representantes de 113 países, como un antes y un después en la problematización política del tema. En primer lugar, porque lo introdujo en la arena política internacional, pero también porque fue el primer intento de conciliar los objetivos tradicionales del desarrollo con la protección de la naturaleza, y de contemplar los diferentes intereses de los países de la comunidad internacional. Por otra parte, el tema se jerarquizó mediante la creación del Programa para las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 14 con sede en Nairobi. Se recomendó declarar el 5 de junio Día Mundial del Medio Humano, y se hizo una condena expresa a las armas nucleares.

Respecto a esto último, es fundamental tener presente que la alarma ambiental “cae” en un mundo caracterizado por fuertes desigualdades y por intereses en conflicto. Los diferentes grados de desarrollo suponían que los problemas ambientales que preocupaban estuvieran más presentes en unos países que en otros, y que en el contexto de las diferentes situaciones econó- mico-sociales, se les asignara diferente importancia. El énfasis de la conferencia estaba dado por los países desarrollados y estaba puesto en los problemas de contaminación causada por la acelerada industrialización y urbanización, y en el agotamiento de los recursos naturales, el que adjudicaban al crecimiento poblacional.


Es así que, en un primer momento, los países pobres se resisten a involucrarse en la cuestión, diciendo que los problemas ambientales en torno a los cuales se convocaba la reunión eran de los países ricos, derivados de sus excesos de producción y consumo, y que si allí se consideraban problemas era porque ya se habían desarrollado y disfrutaban de buenos niveles de vida. Entendían que el verdadero problema que había que atender de inmediato era que dos tercios de la humanidad estaba dominada por la pobreza, malnutrición, enfermedades y miseria, y que eso pasaba por priorizar el desarrollo, de donde la filosofía del “no crecimiento” era absolutamente inaceptable. Como corolario, a partir de cierto momento, pasaron a reivindicar que se reconociera que su problema “ambiental” principal era la pobreza, y quedó claro que, de ese reconocimiento, dependía que la reunión se realizara o el espíritu “amigable” de la misma.

Paralelamente a la conferencia oficial, tuvo lugar un movimiento que expresa bastante los diferentes sectores interesados en lo ambiental. Se realizaron reuniones no oficiales, como son: la Conferencia Mundial de la Industria Sobre el Medio Ambiente, en Gotemburgo; el Environmental Forum, convocado por Barry Commoner, en Estocolmo; la Conferencia de la Asociación Dai-Dong, reunida cerca de Estocolmo, que convocó biólogos, economistas y filósofos; y el Grupo OL, reunido contra las guerras de Vietnam, Angola y Mozambique (Tamames, 1977: 177-178). Millares de jóvenes lanzaron la primera consigna del ecologismo: “No tenemos más que una sola Tierra.”

Las corrientes del pensamiento ambientalista presentes a inicios de los setenta
 En el escenario de inicios de los setenta, encontramos tres grandes corrientes de pensamiento: una corriente ecologista conservacionista, expresada en una serie de trabajos hechos por biólogos y ecólogos que confluyen en la tesis de los límites físicos y la propuesta de crecimiento cero, paradigmá- ticamente formulada en el Primer Informe al Club de Roma; una corriente desarrollista o de ambientalismo moderado, que se expresa en la Declaración sobre el Medio Humano de la ONU, en Estocolmo; y una corriente crítica humanista que pretende plantear una alternativa al orden dominante, que estuvo expresada, por un lado, por la propuesta de ecodesarrollo, más o menos integrada a la propuesta más general de un nuevo orden económico internacional, defendida por los países no alineados y, por otro, por el Modelo Mundial Latinoamericano elaborado por la Fundación Bariloche. El desarrollo de este apartado se ocupará de la descripción y análisis de dichas propuestas.

La tesis de los límites físicos y la propuesta de crecimiento cero
La tesis de los límites físicos al crecimiento económico y poblacional tiene antecedentes en la teoría económica clásica, siendo los planteos más relevantes los de Malthus y de Ricardo. Thomas Robert Malthus, en su célebre ensayo sobre población publicado en 179816 planteaba que, mientras la población se desarrollaba en progresión geométrica o exponencial, la producción de alimentos tendía a hacerlo en progresión aritmética o lineal, por lo que, en un momento dado, los alimentos resultarían insuficientes, y los salarios llegarían a niveles por debajo del de subsistencia.

La postura anticrecimiento del economista norteamericano Kenneth E. Boulding es anterior al planteo ecologista de los sesenta. Ya en 1945 y 1949 se refirió a las premisas teóricas de la cuestión,18 pero el artículo donde presenta su tesis más específica es “The Economics for the Coming Spaceship Earth”, publicado en 1966.19 Parte de la premisa de que en el futuro la economía tendrá que concebirse como un sistema cerrado, el “navío espacial Tierra”, lo cual supondrá aceptar que la abundancia ilimitada es sólo aparente. Plantea también algunos elementos precursores de la idea de sustentabilidad, como decir que ya no se trata de aumentar el PBI, sino de mantener el stock total de capital, y que la solidaridad debe extenderse no sólo en el espacio sino en el tiempo (Tamames, 1977: 86-87).
El manifiesto para la supervivencia20 fue publicado por un grupo de científicos relacionados con la revista británica The Ecologist, cuyo editor era Edward Goldsmith. Recibió adhesiones muy significativas de conocidos biólogos, zoólogos, bacteriólogos, geógrafos, genetistas, economistas, etcétera, del Reino Unido, incluyendo dos premios Nobel y numerosos directores de institutos y departamentos de investigación. Presenta un amplio conjunto de pruebas concatenadas sobre los graves problemas ecológicos. Y concluye diciendo que: “…el mundo no puede hacer frente a este incremento continuo de la demanda ecológica. Un aumento indefinido, sea del tipo que sea, no puede ser sostenido por unos recursos finitos. Este es el quid de la doctrina ecológica; y por desgracia, el aumento de la demanda ecológica se está desarrollando a un ritmo exponencial (es decir, en progresión geométrica, como el interés compuesto)” (1972: 8, apud Tamames, 1977: 99). Para caminar a una “sociedad estable”, que pueda “sostenerse indefinidamente dando óptimas satisfacciones a sus miembros” proponen “perturbar” mínimamente los procesos ecológicos, conservar al máximo materias primas y energía, una población estable, y un sistema social dentro del cual se pueda disfrutar de las condiciones anteriores (Tamames: 99-100).




No obstante, el autor más influyente en los planteamientos sobre el crecimiento cero, con anterioridad al Informe al Club de Roma de 1972, fue Paul Ehrlich, profesor de biología en la Universidad de Stanford
El manifiesto para la supervivencia20 fue publicado por un grupo de científicos relacionados con la revista británica The Ecologist
Presenta un amplio conjunto de pruebas concatenadas sobre los graves problemas ecológicos. Y concluye diciendo que: “…el mundo no puede hacer frente a este incremento continuo de la demanda ecológica. Un aumento indefinido, sea del tipo que sea, no puede ser sostenido por unos recursos finitos
El World-2 relacionaba la evolución de cinco variables: población, inversión de capital, recursos naturales, contaminación y producción de alimentos. Bajo la interpretación de que el crecimiento de la población genera las necesidades de industrialización y de cultivo de tierras, lo que a su vez da lugar a mayor población y mayor crecimiento, se prevé que, a partir de determinado momento, empiezan a aparecer las consecuencias de agotamiento de los recursos naturales y la imposibilidad de regeneración, debido a la fuerte contaminación
Después de esto, Dennis Meadows (discípulo de Forrester) y su equipo,
También del MIT, desarrollaron el World-3, modelo informatizado de las variables asociadas a las cinco tendencias de inquietud mundial: industrialización acelerada, rápido crecimiento demográfico, escasez general de alimentos, agotamiento de recursos no renovables y deterioro del medio ambiente
El resultado sigue siendo el final del crecimiento antes del año 2100. 23En este caso, el crecimiento es detenido por tres crisis simultáneas. La sobreexplotación del suelo conduce a la erosión, y la producción de alimentos desciende. La contaminación aumenta, disminuye, después vuelve a aumentar espectacularmente, causando un descenso aún
Mayor de la producción de alimentos y una elevación repentina de la tasa de mortalidad.

El ambientalismo moderado de la Declaración de Estocolmo

El documento base de la reunión, llamado Only One Earth: the Care and
Maintenance of a Small Planet, 25 es considerado el informe que hasta ese momento logró analizar con mayor precisión los problemas ambientales a nivel mundial.
El documento asume lo ambiental en sentido amplio, no limitado a lo
Biofísico, por lo que integra como compatibles los objetivos tradicionales
En segundo lugar, en la Declaración de Estocolmo no se hace eco de la
Apelación al crecimiento cero, y por el contrario, especifica que el crecimiento es necesario para superar la pobreza.
En el principio 11 dice que “…las políticas ambientales de todos los estados deberían estar encaminadas a aumentar el potencial de crecimiento actual o futuro de los países en desarrollo y no deberían cortar ese potencial ni obstaculizar el logro de mejores condiciones de vida para todos” (ONU, 1997: 199).
También en el punto 4 de la proclama dice: “En los países en desarrollo, la mayoría de los problemas ambientales están motivados por el subdesarrollo. Millones de personas siguen viviendo muy por debajo de los niveles mínimos necesarios para una existencia humana decorosa
Dice en el numeral 5 de la proclama: “El crecimiento natural de la población plantea continuamente problemas relativos a la preservación del medio, y se deben adoptar normas y medidas apropiadas, según proceda, para hacer frente a esos problemas. De todas las cosas del mundo, los seres humanos son lo más valioso” (ONU, 1977: 196).

El humanismo crítico expresado en la propuesta de eco desarrollo

El movimiento de países no alineados fue una respuesta de los países del Tercer Mundo que pretendían resistirse a alinearse a las potencias emergentes en la posguerra (EUA y la URSS). Fundado en 1961, en la Cumbre de Belgrado (Yugoslavia) en su momento de auge (1970-1975) llegó a tener alrededor de 100 países miembros.

Instancias en las que se conforma y divulga la idea de eco desarrollo

El discurso del eco desarrollo se fue conformando y divulgando en diferentes reuniones internacionales en las que había representación fuerte o exclusiva de delegados de los países pobres. Las reuniones a las que hacemos referencia son:
El seminario de Founex (Suiza, 1971), la Conferencia de Cocoyoc (México, 1974) y el seminario organizado por la Fundación Dag Hammarskjöld, en 1975. Los presentamos en orden cronológico, para tener una visión de la evolución y concatenación de las ideas
En el Informe Founex, 28 los desequilibrios ecológicos se atribuyen al proceso de industrialización y al crecimiento demográfico en general (no a la dinámica capitalista) y a la hora de plantear las posibles soluciones para los problemas económicos de los países atrasados, se recomienda el mismo tipo de desarrollo, sólo que con la advertencia de que éste no sea un “desarrollo espontáneo y carente de regulación. Es más, se dice que debe buscarse la “oportunidad de reubicar en los países en desarrollo las industrias que producen contaminación”

En la Conferencia de Cocoyoc (México) celebrada en octubre de 1974
Se plantea que es la pobreza la que genera crecimiento poblacional y no a la inversa, como plantean los países ricos, y que también la pobreza genera degradación y contaminación de recursos, enfatizando así la necesidad de superarla.
Luego, son los países desarrollados, con alto consumo, que generan subdesarrollo en los países periféricos, y los que deben disminuir su participación desproporcional en la contaminación (Foladori y Tommasino, 2000a: 53)

Los elementos conceptuales de la propuesta de eco desarrollo

Según Bifani (1997: 121) el concepto de eco desarrollo deriva del concepto de ecosistema, que abarca el sistema natural y el contexto sociocultural, y reconoce el fenómeno de diversidad sugiriendo una pluralidad de soluciones a la problemática del desarrollo

Los principios básicos del concepto serían, entonces:
• Satisfacción de las necesidades básicas;
• Solidaridad con las generaciones futuras;
• Participación de la población implicada;
• Preservación de los recursos naturales y medio ambiente en general;
• Elaboración de un sistema social garantizando empleo, seguridad social y respeto a otras culturas;
• Programa de educación; y  defensa de la separación de los países centrales y periféricos para garantizar el desarrollo de los últimos (Sachs, 1994 apud Foladori y Tommasino, 2000a: 52, traducción del portugués)

En conjunto, esta concepción refleja una serie de elementos presentes en el pensamiento de los setenta sobre el desarrollo, particularmente elementos del pensamiento neopopulista que plantea un padrón de desarrollo basado en empresas individuales de pequeña escala, tanto en industria como agricultura (Schumacher, 1976: 53).3


Algunas críticas a la propuesta de eco desarrollo

El eco desarrollo pretende una relación armoniosa entre la sociedad y su medio ambiente natural, pero no elabora una teoría sobre las determinaciones
histórico-sociales que explique cómo las estructuras y procesos económicos y políticos conducen a las formas sociales y técnicas de vincularse con el medio y hacer uso de los recursos.
La siguiente cita de Sachs (1994) es elocuente
Una “economía de mercado civilizada” exige un conjunto de normas que no surgirá simplemente a través del funcionamiento de las fuerzas del mercado; tal economía exige una buena dosis de planeamiento estratégico flexible. […]… debe ser encontrado un nuevo tipo de asociación entre todos los actores implicados, así como una nueva distribución de poder entre el Estado, las empresas y lo que surge como el tercer sistema, los movimientos y las asociaciones de ciudadanos.
Y dice Leff (1994), criticando de manera incontestable:
Así, la autogestión de los recursos y la apropiación de la riqueza parecen depender más de la autoconfianza (self-reliance) de la comunidad, que de las formas que asume la propiedad de los medios de producción y el acceso a los recursos; de esta manera, las condiciones materiales y socio-políticas de existencia de los pueblos quedan reducidas a una cuestión de carácter psicológico (Leff, 1994: 318-319, cursivas de la autora

Recapitulando, la propuesta del eco desarrollo es humanista y crítica, pero su crítica tiene límites, de tal manera que, en el mismo momento que anima movimientos sociales en pos de ciertos cambios, limita el horizonte ideológico de esas luchas planteando que las soluciones pueden darse dentro de la operativa del mercado, el que pretende desconcentrar incentivando las pequeñas empresas y reduciendo las escalas de producción, así como “civilizar” con regulaciones basadas en acuerdos entre empresas, Estado y sociedad civil que atiendan los imperativos ecológicos y las necesidades sociales de las mayorías.

La alternativa crítica más profunda enunciada por la Fundación Bariloche
El “Modelo Mundial Latinoamericano” elaborado por la Fundación Bariloche, 34 es una respuesta latinoamericana al Informe al Club de Roma (dado a conocer antes de su publicación), portador de una visión también humanista y crítica, pero más profunda que la del eco desarrollo por cuestionar las bases económicas y políticas del orden actual y proponer alternativas en pos de una sociedad diferente.
Elementos que propician el arribo a la propuesta de desarrollo sustentable
En los años que median entre Estocolmo (1972) y Brundtland (1987), se constituye un escenario más propicio para relanzar la problemática ambiental y obtener mayor receptividad, lo que se realizará bajo la fórmula del desarrollo sustentable. A nosotros nos interesa identificar los elementos que confluyen para llegar a ella. En ese sentido, nuestra revisión indica elementos de diferente orden que hacen a la mayor conciencia de la crisis ambiental y su dimensión global, y a los fundamentos teóricos, la conveniencia económica y la oportunidad política de la idea de desarrollo sustentable. Estos son, por un lado, una serie de hechos ambientales y económicos que evidenciaron más la gravedad y dimensión de la crisis ambiental, y acentuaron la prioridad de retomar el crecimiento económico, pero con alternativas tecnológicas y energéticas.

Hechos ambientales, económicos y políticos que oportunizan  la propuesta Brundtland de desarrollo sustentable
CUADRO 1 ALGUNOS HECHOS QUE EVIDENCIAN LA CRISIS AMBIENTAL (1972-1987) Años Hechos 1976 Catástrofe químico-ecológica en Seveso, Italia: una nube de dioxina contamina a todos los seres vivos de la región. 1978 Segunda crisis del petróleo (entre octubre de 1973 y noviembre de 1981 el precio de un barril pasó de 3 a 34 dólares). 1981 Científicos británicos anuncian que desde 1970 todos los años, en la primavera, se viene produciendo un agujero en la capa de ozono estratosfé- rico, situada sobre la Antártida, exponiendo más a los seres vivos a las radiaciones ultravioletas solares. En los Estados Unidos se autoriza la construcción de la bomba de neutrones, que mata las personas y deja intactos los objetos. 1984 Escape en la fábrica de plaguicidas Unión Carbide (multinacional estadounidense) provocó la muerte de 2,000 personas, y ceguera y diversas lesiones en otras 200,000. 1985 El arsenal atómico acumulado es suficiente para matar a 58,000 millones de personas, doce veces a cada ser humano del planeta. 1986 Estalla un reactor en la central nuclear de Chernobyl, liberando una gran nube de agentes radioactivos contaminantes que se extiende sobre la Unión Soviética y Europa occidental. Hubo sólo 34 muertos directos, pero se estima que en los próximos 70 años morirá medio millón de personas a causa del accidente. Elaboración propia con base en Riechmann y Fernández, 1994, “Anexo”, pp. 203-251

Mientras, los países del sur recorrieron más el camino de la desindustrialización y el desempleo, con un efecto ambiental contradictorio: por un lado, una baja de presión sobre los recursos naturales, por la misma disminución de la actividad; pero, por otro lado, un ensanchamiento enorme de la desocupación y la pobreza, estimulándose tanto la natalidad como la mortandad, las migraciones inter- nacionales y campo-ciudad, así como ciertas prácticas depredadoras en el medio. Por otra parte, la producción agrícola e industrial sobreviviente, recurrió a una mayor presión sobre los recursos naturales y humanos, dentro de su desesperación por bajar costos, lo cual sumó efectos ambientales negativos.
De este periplo, la concepción que va a cristalizar en la propuesta de desarrollo sustentable, extrajo algunas conclusiones o ideas fuertes:
• La pobreza no es sólo un problema ambiental-consecuencia sino que es causa activa (no se refieren sólo a la pobreza de los pobres, sino también a la de los países pobres, abarcando, sin mucha distinción, los estados y los sectores capitalistas);
• Allí donde hay crecimiento, hay disponibilidad de capital para avanzar en la resolución de problemas ambientales (eficiencia energética, tecnologías limpias, reducción y reciclaje de desechos, etcétera);
• El enverdecimiento industrial mejora la rentabilidad y la competitividad empresarial;
• existen las alternativas tecnológicas necesarias y/o se pueden crear; y
• Por tanto, el crecimiento es condición sine qua non para enfrentar la crisis ambiental.
Desde el punto de vista sociopolítico, esa crisis supuso diferentes niveles de derrotas y repliegues de los sectores populares en general. En el norte, la represión fue menos violenta y no se cerraron los canales de expresión admitidos en los regímenes democráticos, como sí sucedió en América Latina, donde las dicta- duras destruían las organizaciones populares y políticas, e imponían un terrorismo profesionalizado. En conjunto, la crisis económica y la represión supusieron un debilitamiento de los trabajadores que afectó las luchas obreras y las opciones políticas socialistas a ellas ligadas. Las luchas sociales pasaron entonces a ser más protagonizadas por movimientos con objetivos parciales específicos, como el feminista y el ecologista. Esto desplazó el alcance de los cambios en cuestión, de la vieja oposición capitalismo-socialismo, al campo del cambio de aspectos parciales de esta sociedad, lo que habilitó la idea de que atender la crisis ambiental es un cambio posible dentro del sistema vigente, y necesario, para fortalecerlo.
Decíamos que estos puentes fueron puestos desde dos campos: el de las relaciones internacionales y el ambiental. Desde el primero, se trata de los trabajos de la Comisión Brandt de la ONU; y desde el ambiental, se trató de la llamada Estrategia Mundial de Conservación, propuesta por la UICN en 1980. Pasamos entonces a referirnos a cada uno.
El Brandt Report (1980) y la vuelta al mutualismo internacional keynesiano
La  ONU creó la Comisión Brandt para reflexionar las cuestiones norte-sur. De su trabajo surgió el Programa para la sobrevivencia y crisis común (Informe norte-sur o Brandt Report, 1980) que discute medidas para ofrecer nuevos horizontes a las relaciones internacionales, la economía mundial y los países en desarrollo. Esos horizontes incluyen el medio ambiente globalmente, como una herencia a ser preservada bajo cooperación internacional. Plantea que el problema principal para el lento crecimiento del sur es el proteccionismo del norte, a la vez que el proteccionismo de los del sur causa estancamiento en el norte por- que restringe sus mercados, de donde la solución sería abrir todas las economías. Proponía, entonces, crecimiento en el norte y en el sur, transferencia masiva de capitales (del primero al segundo), expansión del comercio mundial, el fin del proteccionismo, un sistema monetario ordenado, y un movimiento dirigido a la igualdad y paz internacionales. Argumentaba que disminuir la pobreza ter- minaría con el crecimiento demográfico, que es un problema global, y no sólo de los países del Tercer Mundo, requiriendo de la acción multilateral, no sólo por imperativo moral, sino por interés mutuo.
Brandt Report es parte de una larga tradición sobre el pensamiento de la interdependencia económica que tuvo una instancia fundamental en el sistema creado en Bretton Woods en 1944, basado en la visión keynesiana de crear una economía mundial interdependiente, en crecimiento, y estable. Como ya dijimos, en los cincuenta y sesenta la economía mundial y el comercio internacional crecieron, pero ya en los setenta comenzó la crisis, se abolió el patrón oro y se volatilizaron los mercados de moneda, favoreciendo la desestabilización de precios y la crisis del petróleo de 1973. Esa crisis, que coincidió con el florecimiento de la idea de los límites del crecimiento, puso en jaque la interdependencia global, pero con mensajes contradictorios sobre la deseabilidad del crecimiento.
La propuesta Brundtland de desarrollo sustentable (1987)

La Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD) fue creado en 1983, en la XXXVIII Sesión de la ONU, por resolución de la Asamblea General. La misma actuó como un órgano independiente, en el sentido de que sus miembros trabajaban a nivel individual y no como representantes de sus gobiernos.38 De su trabajo surgió el documento conocido como Nuestro futuro común (o Informe Brundtland) el que, después de ser examinado por el Consejo Directivo del PNUMA, fue considerado y aprobado por la Asamblea General de la ONU, en su XLII Sesión, en 1987. Brundtland parte de la idea central de que desarrollo y medio ambiente no pueden ser separados: “Medio ambiente y desarrollo no constituyen desafíos separados; están inevitablemente interligados. El desarrollo no se mantiene si la base de recursos ambientales se deteriora; el medio ambiente no puede ser protegido si el crecimiento no toma en cuenta las consecuencias de la destrucción ambiental”.
La apelación al desarrollo sustentable es un llamado a cambiar las estrategias aplicadas hasta el momento, tanto en materia de políticas de desarrollo, como ambientales. Se lo concibe como un cambio drástico y necesario para mantener el objetivo último de la estabilidad social, algo así como cambiar el funcionamiento del sistema para mantenerlo: “Las próximas décadas serán vitales. Es tiempo de romper con los modelos del pasado. Si intentamos mantener la estabilidad social y ecológica por medio de las viejas estrategias de desarrollo y de protección ambiental, la inestabilidad aumentará. La seguridad debe ser buscada en el cambio”.

Luego, establece los lazos entre pobreza y medio ambiente en una visión circular donde la pobreza es tanto “la mayor causa como el efecto de los problemas ambientales globales” (CMMAD: 3). En el mismo momento, invierte las responsabilidades, haciendo a los pobres tanto o más responsables de la crisis ambiental que los ricos:

·         El desgaste del medio ambiente fue con frecuencia considerado el resultado de la creciente demanda de recursos escasos y de la contaminación causada por la mejora del padrón de vida de los relativamente ricos. Pero la propia pobreza contamina el medio ambiente, creando otro tipo de desgaste ambiental. Para sobrevivir, los pobres y los hambrientos muchas veces destruyen su propio medio ambiente [...] El efecto acumulativo de esos procesos llega al punto de hacer de la propia pobreza uno de los mayores flagelos del mundo.

Adams (1990) destaca que la propuesta de desarrollo sustentable hecha en Brundtland es un cambio fundamental en el pensamiento ambientalista porque se basa en objetivos económicos y sociales y no en la noción de salud ambiental. Parte de la gente y va en dirección de discutir qué políticas ambientales atenderían los objetivos socioeconómicos.

Objetivos y requisitos del desarrollo sustentable (CMMAD, 1987) Los principales objetivos de las políticas ambientales y desarrollistas que deri- van del concepto de desarrollo sustentable son, entre otros, los siguientes:
·         retomar el crecimiento;
·         cambiar la calidad del desarrollo;
·         atender las necesidades esenciales de empleo, alimentación, energía, agua y saneamiento;
·         mantener un nivel poblacional sustentable;
·         conservar y mejorar la base de recursos; reorientar la tecnología y administrar el riesgo;
·         incluir el medio ambiente y la economía en el proceso de toma de decisiones (CMMAD)
Río 1992 o el ajuste con la realidad de los límites sociales para la sustentabilidad

Los países desarrollados, salvo excepciones, defendieron su libertad de agredir el ambiente y manifestaron no estar dispuestos a pagar por los daños que ya produjeron, tanto a nivel global como en los países pobres. No sólo eso, sino que pretendieron limitar el uso que éstos hagan de sus propios recursos, declarándolos patrimonio universal, como medio de adquirir derechos sobre ellos. Tampoco se manifestaron dispuestos a financiar la reconversión ambiental de los países atrasados en una forma menos esquilmante y condicionadora que la ya habitual de la deuda externa.

Este contraste entre las expectativas puestas en Río 1992 y los resultados reales develó, como nunca antes, los límites sociales para construir la sustentabilidad, mostrando lo que no están dispuestos a hacer los países más ricos y fuertes. Y quedaron también explícitas las pocas opciones que en ese orden mundial tienen los países pobres y dependientes. Por último, la literatura coincide en señalar que el foro global de ONG que se desarrolló de forma paralela a la conferencia oficial, marcó un hito en la historia de los movimientos socia- les y sus definiciones, que trasciende el tema estrictamente ambiental ubicándolo en una problematización general de la sociedad actual y sus desafíos.

Las interpretaciones del desarrollo sustentable en disputa

El desarrollo sustentable plantea el desafío de obtener, al mismo tiempo, la sustentabilidad económica, la ecológica y la social, lo que supone la aceptación de ciertos trade-offs derivados de su carácter relativamente contradictorio (Barbier, 1987: 104).
Sostenemos aquí que el ambientalismo moderado y los ecologistas conservacionistas privilegian el eje sustentabilidad económica-ecológica, y que, a pesar de sus diferencias teóricas, confluyen en las políticas ambientales realmente existentes, ocupándose de establecer qué y cuánto capital natural conservar. También ambos integran la pobreza en sus consideraciones, pero no como un problema en sí que hay que superar, sino algo que hay que atenuar en tanto crea problemas ambientales, de donde se limitan a proponer mejorar la redistribución de ingresos, sin poner en cuestión desigualdades fundamentales como las de clase.
La corriente humanista crítica hace lo inverso: se centra en la cuestión de la sustentabilidad social y, por tanto, en qué cambios son necesarios para que el uso económico de los recursos naturales se subordine a los objetivos sociales. Apunta a erradicar la pobreza y no sólo a atenuarla, para lo que entiende que debe transitarse hacia una sociedad nueva. Esta corriente, como decíamos al principio, se subdivide en dos: la ecología social neo anarquista y el marxismo. Es interesante reparar en que la discusión dominante (la que ocupa mayor espacio en el debate) no está formulada entre los representantes de estos dos grandes enfoques, que son, en verdad, las alternativas de fondo. Por el contrario, dicha discusión se limita al primer enfoque y presenta como alternativas un espectro de posiciones planteadas como “grados” de sustentabilidad que, de hecho, se reducen a los grados de conservación posibles.

El desarrollo sustentable como un problema técnico: diferencias y confluencias entre el ambientalismo moderado y los ecologistas conservacionistas

La economía ambiental es una elaboración hecha desde la teoría neoclásica para dar cuenta de la crisis ambiental actual, para lo que hace ciertos “ajustes” a algunos aspectos de la teoría madre. Los recursos naturales, que podían considerarse antes como infinitos, han pasado a reconocerse como escasos. Los facto- res de producción tierra, trabajo y capital, que se consideraban perfectamente sustituibles entre sí (por lo que siempre sería posible mantener, por lo menos, una riqueza total constante), ahora se considera que no lo son o lo son sólo de manera limitada (las posibilidades de sustitución vía tecnológica son inciertas). Como la naturaleza es escasa y produce bienes y servicios, en realidad, se trata de otra forma de capital (natural) que, junto al capital manufacturado, al humano y al institucional, hacen al capital total. El interés general es aumentar el capital total (crecer) pero, por lo menos, es necesario mantenerlo, y eso pasa por mantener el capital natural no sustituible. O sea que la preocupación por conservar el capital natural tiene estrictas razones económicas “utilitaristas”; no se trata de un conservacionismo por la naturaleza en sí. El objetivo es crecer evitando o disminuyendo, lo más posible, los costos económicos que supone la escasez de recursos y la degradación ambiental, los que se prevé que pueden ir aumentando, según las tendencias constatadas. Veamos cómo lo expresan Pearce et al. (1993).

La economía ecológica reprocha a los neoclásicos que suponen que las es- calas óptimas de cada actividad, a nivel micro, pueden garantizar un crecimiento infinito sin exceder la escala óptima macroeconómica. El problema está en que, mientras la economía crece, no lo hace el sistema mayor en el que ésta se inscribe, la biosfera. Como consecuencia, la economía presiona peligrosamente la capacidad de sustentación de los ecosistemas, arriesgando los procesos de mantenimiento de la vida (Goodland, 1997: 20-22). Léase, la tesis de los límites físicos.
Los niveles totales de utilización de recursos hoy en día son ya insostenibles, y su multiplicación por un factor 5 o 10, tal como se contemplaba en el Informe Brundtland, aun cuando ese aumento se matizase considerablemente, resulta ecológicamente imposible (Daly, 1997: 47).

Obviamente, esta economía critica también la tesis de la sustituibilidad perfecta entre los factores de producción y, en particular, entre el capital natural y el manufacturado. La sustituibilidad no existe más a partir del momento en que el factor limitante es el capital natural, pasando a ser complementarios. Daly (1997) lo expresa así:
La productividad del capital formado por el hombre se ve cada vez más limitada por la decreciente disponibilidad de capital natural complementario.[...] Por ejemplo, el factor limitador de las capturas pesqueras será la capacidad de reproducción de las poblaciones de peces, y no el número de pesqueros (Daly, 1997: 40-41). La conclusión a la que nos traen las consideraciones que anteceden es que el capital natural (los recursos naturales) y el capital de formación humana son complementarios, en vez de sustitutivos (Daly, 1997: 42, cursivas de la autora).

Luego, tenemos las posiciones intermedias que ocupan en el cuadro las dos columnas del medio. La sustentabilidad débil a secas, es la propuesta por la economía neoclásica ambiental keynesiana: reconoce que la sustituibilidad no es perfecta y entonces hay que preocuparse por mantener cierto capital natural tomando en cuenta las situaciones y posibilidades concretas. Por su parte, la sustentabilidad fuerte a secas, se inscribe en la economía ecológica, pero se aparta de su formulación ortodoxa en aras de un realismo pragmático. A la hora de definir si debe mantenerse el capital natural propone mantener el capital natural crítico, 43 que obviamente no es todo el capital natural, y admite la sustitución del no crítico (Jiménez, 1997: 70).

CUADRO 2
GRADOS DE SUSTENTABILIDAD
Muy fuerte                Fuerte                      Débil                                         Muy débil
Eco centrismo                                                                                   Antropocentrismo


Los economistas ambientales de la sustentabilidad débil a secas, reconocen que la contabilidad física es un insumo de la monetaria, dándole lugar, aunque subordinado. Y los economistas ecológicos pragmáticos de la sustentabilidad fuerte a secas, reconocen la importancia de expresar monetariamente el valor de los recursos naturales, sin dejar de explicitar, en el discurso, la inconmensurabilidad de su valor intrínseco y las dificultades técnicas de la adjudicación de precios. Pero, en aras de traducir ese valor al “lenguaje universal del dinero”, y a los términos económicos, que son los que mueven las “grandes decisiones”, militan en esa práctica coincidiendo con los economistas ambientales de la sustentabilidad débil (Constanza, 1997: 112-113; El Serafy, 1997: 78-79). Es así que la economía ecológica, en aras de un pragmatismo realista, se viene plegando al trabajo con indicadores y mediciones monetarias, lo que supone querer fundamentar su conservacionismo en el terreno teórico y técnico-instrumental de la economía dominante, validando y reforzando la ética “economicista” que dice combatir (Esteban, 1991; Gorz, 1993).45
Proponemos aquí que la corriente de la ecología social es la heredera más clara de la propuesta de eco desarrollo de los años setenta, en el sentido de su sensibilidad social y de tener similares premisas neo populistas y neoanarquistas.46 Murray Bookchin es considerado uno de los principales proponentes teóricos de la ecología social. Filosóficamente, parte de autodefinirse como más allá del eco centrismo y el antropocentrismo o, asumiendo ambos a la vez, pretende sintetizar la crítica ecologista y la social, superando los extremos de la ecología radical y del antropocentrismo irresponsable que caracteriza esta sociedad. Lo expresa así: “Un «antropocentrismo» basado en el principio religioso de que la Tierra fue «hecha» para ser dominada por la «Humanidad» está tan lejos de mi pensamiento como un «biocentrismo» que convierte la sociedad humana en una simple comunidad más de animales (Bookchin, 1991: 128 apud Dobson, 1997: 86).

Otra distancia importante respecto al ecologismo radical es cómo interpreta el crecimiento económico. Parte de considerarlo uno de los problemas sistémicos más obvios, pero no lo adjudica a problemas morales o a la ideología consumista, sino a la sociedad de mercado en la que la competencia genera la necesidad de crecer, y donde la demanda no es creada por el consumidor, sino por el productor. Dice:
El crecimiento es sinónimo de la economía de mercado. Este hecho tiene su expresión más clara en la máxima: “crece o muere”. Vivimos en un mundo competitivo en el que la rivalidad es una ley de la vida económica; la ganancia un deseo tanto personal como social y el límite y la contención conceptos arcaicos. […] El crecimiento de cada empresa es la defensa contra la amenaza de absorción de una empresa rival. Los aspectos morales no tienen cabida en esta relación competitiva.
Entonces, ¿cuál sería la alternativa? Bookchin plantea que es necesario un “profundo cambio social”, que sustituya la sociedad capitalista por lo que llama una “sociedad ecológica que debe no ser jerárquica y clasista” [y debe] “eliminar el concepto mismo de dominio sobre la naturaleza” (Bookchin, 1992: 3940). A diferencia del marxismo, la jerarquía está puesta en la dominación y no en la explotación, que aparece como una forma de la primera. Dice: “Ninguna liberación será completa, ningún intento de crear una armonía entre los seres humanos y entre la humanidad y la naturaleza podrá jamás tener éxito hasta que no sean erradicadas todas las jerarquías y no sólo las clases, todas las formas de dominio y no sólo la explotación económica (Bookchin, 1992: 39). Y toma como referentes teóricos lo que llama los “fundamentos ecoanarquistas” de Kropotkin, y los ideales iluministas de Malatesta y Berneri, que veían en la educación una fuerza liberadora. Así, el anarquismo “progresaría” hacia un “humanismo ecológico” que permitiría encarnar una “nueva racionalidad, una nueva ciencia, una nueva tecnología” (Bookchin, 1992: 40). Complementariamente, toma como referente histórico la era mercantil precapitalista, en la
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que “el mercado era marginal” y donde se enfatizaba la cooperación sobre la competencia (Bookchin, 1994: 44). De donde, la imagen de esa nueva sociedad es la misma del viejo anarquismo: una “confederación de municipios libres como contrapoder de base que se oponga a la creciente centralización del poder del Estado-nación”. El desplazamiento del mercado sería posible desde una “nueva política”, consistente en la “creación de una esfera pública de base extremadamente participativa, a nivel de ciudad, de aldea, de barrio” que desarrolle los lazos comunitarios.
La interpretación marxista de la cuestión ambiental
Por último, esbozamos la concepción marxista que explica el problema socioambiental actual como derivado de las relaciones sociales de producción capitalistas cuya lógica privada de prosecución de la ganancia supone una tendencia expansionista intrínseca. El problema no es el “estilo de desarrollo” ni el tamaño del mercado, sino esas relaciones mediadas por el mercado, cuya generalización es un producto histórico del desarrollo de las fuerzas productivas y la competencia. El mercado no puede “achicarse” ni “civilizarse” o “mejorarse” privilegiando objetivos sociales mientras la producción continúe organizándose con base en la propiedad privada de los medios de producción y el trabajo asalariado.
En el capitalismo, la forma dominante es el interés de la burguesía por satisfacer su necesidad de clase incorporando recursos a la producción, con el menor costo posible, a los efectos de generar la máxima ganancia, en el menor tiempo. La operación de la ley del valor supone consecuencias físico-naturales y sociales. Por un lado, una forma y un ritmo en la toma de recursos, sin reparar en su revocabilidad, en la generación de desechos ni en su degradación. Y, por otro, la desocupación y los extremos de pobreza, propios de la sustitución de hombres por máquinas y de la diferenciación social que resulta de la competencia. Entonces, ¿qué papel juegan los límites físicos? No se trata de discutir la existencia o no de límites físicos; menos, su medida, que es compleja y de resultados variables. Se trata de no considerarlos absolutos, entendiendo que los límites de la sustentabilidad, antes que físicos, son sociales, pues qué se utiliza como recurso y la velocidad con que se lo utiliza, depende de la sociedad.
Pero, ¿hasta dónde llegan los límites sociales para acceder a un desarrollo sustentable en el capitalismo? Las leyes de su funcionamiento permiten comprender cómo el sistema genera los problemas, y las formas en que intenta enfrentarlos. Ahora, ¿hasta dónde puede resolverlos? El marxismo plantea que el sistema podría resolver los problemas de contaminación y depredación, porque en última instancia, exigen soluciones técnicas que, en sí mismas, no tienen límites, más allá de que puedan demorarse o ser caras.
Ahora bien, que el capital pueda resolver los problemas ambientales físicos, no quiere decir que lo vaya a hacer necesariamente, ni mucho menos de manera general y homogénea. Su propio desarrollo desigual –interno e internacional– y las presiones sociales y políticas concretas –también desiguales y fluctuantes– marcarán la extensión y el alcance cualitativo de la recuperación físico-ambiental efectiva. Por otra parte, el marxismo no niega la posibilidad de una crisis ecológica irreversible, ni da un voto de confianza al capital. Sólo distingue teóricamente entre lo posible y lo necesario; y entre los límites técnicos y los sociales. Es, en ese sentido, que se insiste en que el sistema puede “enverdecerse” sin perder su condición capitalista, pero no puede resolver la desocupación, la pobreza y las desigualdades, sin perderla.

Conclusiones
El objetivo de este capítulo fue reconstruir la historia del debate sobre la cuestión ambiental desde finales de los sesenta hasta que se confluye en el objetivo del desarrollo sustentable, identificando las concepciones que se fueron expresando y explicando cómo se produce esa confluencia. En segundo lugar, nos propusimos mostrar cómo esas corrientes de pensamiento se expresan ahora como alternativas de interpretación del desarrollo sustentable.
La cuestión ambiental se presentó a finales de los sesenta como una amenaza de catástrofe más o menos inminente. La visión predominante fue eco centrista, con fuerte aporte de biólogos y ecólogos, que asumieron la interpretación neomalthusiana de entender el problema como generado por la presión poblacional sobre recursos limitados.
Por último, abrimos las principales interpretaciones actuales sobre el desarrollo sustentable, a partir de identificar lo que las diferentes teorías o corrientes de pensamiento privilegian de los tres aspectos de la sustentabilidad (económico, ecológico y social). Mostramos entonces que el ambientalismo moderado y los ecologistas conservacionistas privilegian el eje económico ecológico, y que confluyen en las políticas ambientales realmente existentes, ocupándose de establecer qué y cuánto capital natural conservar, lo cual aparece formulado como alternativas entre “grados de sustentabilidad”. Abordan la pobreza como un problema que debe ser atenuado mediante redistribución de ingresos, porque crea problemas ambientales. Por su parte, la corriente humanista crítica (ecología social y marxismo) hace lo inverso: se centra en la cuestión de la sustentabilidad social y, por tanto, en qué cambios son necesarios para que el uso económico de los recursos naturales se subordine a los objetivos sociales, para lo que entienden necesario superar el capitalismo en una sociedad nueva. En conclusión, la hegemonía del ambientalismo moderado debilitó el papel oponente del ecologismo y dio paso a una alianza conceptual y práctica del desarrollismo y el conservacionismo. De ahí la confluencia, cada vez mayor, entre gobiernos e inversores capitalistas, con organizaciones y técnicos conservacionistas, en la que los primeros ganan quienes se ocupen de administrar la conservación, y los segundos, ganan apoyo político y fondos para hacer su trabajo. Esa confluencia, en verdad, funcionaliza y subordina la conservación a los objetivos del capital. Y es frente a ella que las posiciones del humanismo crítico deben fortalecerse y recolocar la discusión de fondo sobre el carácter y el alcance de los cambios sustantivos que la realidad reclama.


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